George Uhl no puede dejar de pensar en la criada desde que su esposa la contrató. Ella es descaradamente sexy, y lo sabe bien, tentando constantemente al dueño de la casa para que engañe a su esposa. George puede resistir por un tiempo, pero llega a un punto en el que ningún hombre saludable podría detenerse, y pronto se encuentra en acción, hasta el fondo de Bettina, la criada.